Vincenzo Bisceglie - Casting n. 2014
A veces uno simplemente quiere escuchar música y ya. Algo que acompañe el día, que suene mientras trabajas o vas en el transporte. Pero cada tanto llega una canción que no te deja hacer nada más. Que exige toda tu atención. Que te frena.
Eso me pasó con "Casting n. 2014" de Vincenzo Bisceglie. No lo conocía, no lo buscaba. Me lo topé casi por accidente, pero desde el primer segundo supe que algo distinto estaba pasando. Tiene esa energía que no se puede explicar con palabras técnicas ni géneros: es una sensación. Algo que te agarra por dentro y no te suelta.
Empieza con una atmósfera extraña —futurista, sí, pero no fría. Te mete en una especie de trance. Los sintetizadores suenan como si vinieran del espacio, pero no para mostrarte un futuro brillante, sino uno raro, incómodo. Uno en el que parece que nadie termina de encajar.
Y ahí es donde me tocó. Porque más allá de lo que suena, esta canción habla. No sé exactamente qué dice cada línea (está en italiano, o al menos eso me parece), pero no hace falta entender las palabras para entender lo que se siente. La voz que canta lo hace con una sinceridad tan cruda, que te dan ganas de parar todo y simplemente escuchar. No se trata de una melodía pegajosa ni de un coro explosivo: se trata de verdad. De una emoción que no se puede disfrazar.
Y si te pones a prestar atención, es fácil ver de qué va el tema. De sentirse fuera de lugar. De no encajar en los espacios donde se supone que deberías. De mirarte al espejo y preguntarte si estás siendo vos o una versión fabricada para que los demás no te rechacen.
Creo que muchos pasamos por eso en algún momento, aunque no siempre lo digamos. Esa sensación de estar actuando. De vivir en un casting constante, intentando gustar, caer bien, cumplir expectativas. Y lo más jodido es que, muchas veces, ni siquiera sabemos para qué. O para quién.
La música lo refleja todo. A lo largo de los tres minutos y pico que dura, la canción se va transformando sin perder su eje. Arranca con un pulso marcado, un kick que late como si fuera el corazón de alguien ansioso. Luego van entrando capas, sonidos, detalles que suman tensión. El snare, cuando aparece, no lo hace solo para marcar ritmo, sino como si estuviera diciendo “ahora sí, vamos a fondo”. Todo avanza sin prisa, pero con una dirección clara: llevarte a un lugar emocional. Y lo logra.
No es una canción que te levanta el ánimo, al menos no de forma tradicional. Pero sí es una de esas que te hace sentir acompañado. Que te hace pensar que no estás solo en ese caos interno que a veces parece tan exclusivo, tan tuyo, y que en realidad está mucho más compartido de lo que creemos.
Después de escucharla varias veces (porque sí, una no alcanza), me quedó dando vueltas una idea: que la autenticidad duele. Ser uno mismo, en serio, no es algo que siempre se celebra. A veces te deja solo, o te hace sentir raro. Pero cuando una canción como esta aparece, te recuerda por qué vale la pena.
Y creo que este tema lo dice todo sin decirlo así, tal cual. Porque en este mundo donde la apariencia manda, donde las redes sociales están llenas de gente que parece tener la vida perfecta, hay una canción que te dice: "no pasa nada si no encajas. No estás roto. No estás mal. Solo estás siendo vos."
Después de escucharlo, me sentí un poco más en paz. No porque resolviera algo, sino porque por un rato me hizo sentir entendido. Como si alguien allá lejos —quizá en otro país, con otro idioma, otra historia— hubiera sentido lo mismo que yo y hubiera decidido convertirlo en sonido.
Y eso, para mí, es lo más valioso que puede hacer una canción.
Publicar un comentario
Publicar un comentario